ANTE UNA PIRÁMIDE DE EGIPTO
Quiso imponer al mundo su memoria
un rey, en su soberbia desmedida,
y por miles de esclavos construida
erigió esta pirámide mortuoria.
¡Sueño estéril y vano! Ya la historia
no recuerda su nombre ni su vida,
que el tiempo ciego en su veloz corrida
dejó la tumba y se llevó la gloria.
El polvo que en el hueco de su mano
contempla absorto el caminante ¿ha sido
parte de un siervo o parte del tirano?
¡Ah! todo va revuelto y confundido,
que guarda Dios para el orgullo humano
solo una eternidad: la del olvido.
28 Diciembre de 1879.
Gaspar Núñez de Arce