SONETO
Cuando de tus desórdenes testigo
te sorprende en los brazos del tumulto,
¡oh Libertad! avergonzado oculto
mi rostro y sollozando te maldigo.
En lucha interna y desigual conmigo
arráncame el dolor airado insulto:
quiero olvidarte, abandonar tu culto,
y ciegamente a mi pesar te sigo.
Te sigo a mi pesar. Sueño o quimera
riges mi voluntad, llenas mi vida
y dejaré de amarte cuando muera.
Eres como la hermosa fementida
que inspira al alma la pasión primera:
cuanto más inconstante, más querida.
1876.
Gaspar Núñez de Arce