LA INUNDACIÓN
ANTES
Todo respira paz: la fértil vega,
el cielo transparente, el bosque umbrío
y el viento que en las márgenes del río
sus alas bate y con las ramas juega.
Abre sus cauces el Segura, y riega
los campos secos por tenaz estío,
do redoblando su fecundo brío
el ribereño a su labor se entrega.
Al través de la copa embalsamada
de los verdes naranjos, su dichosa
casa, que dora el sol, cerca divisa.
¡Cuán feliz es! Alegran su jornada
el dulce canto de la amante esposa
y de sus hijos la inocente risa.
5 de noviembre de 1879.
Gaspar Núñez de Arce