VELUT UMBRA
¡Oh incesante desvarío
del hombre! ¡Oh mentida gloria,
tan fugaz y transitoria
como las ondas de un río!
El tiempo impasible y frío
va empujando tu memoria,
que brilla un punto en la Historia
y se pierde en el vacío.
¡Cuánto César ya olvidado!
¡Cuánta vieja desventura,
que ni aun recuerda la gente,
habrá visto, habrá alumbrado
ese sol, desde la altura
en que gira indiferente!
*
A medida que hacia el puerto
va marchando del olvido,
aparece cuanto ha sido
de espesas brumas cubierto.
Ese polvo, árido y yerto,
ha pensado y ha sentido:
es el despojo perdido
de la humanidad que ha muerto.
De esos átomos sin nombre,
¿quién el misterio adivina?
¿quién a descifrarlo alcanza?
Tan lóbrego es para el hombre
lo pasado que declina,
cual lo porvenir que avanza.
*
¿Dónde está la oculta fuente
del hondo raudal humano?
¿A qué incógnito Oceano
va a parar esa corriente?
Principio y fin, velozmente
se buscan y dan la mano;
y en el germen bulle el grano,
y en el grano la simiente.
La flor que arrebata el viento,
préstale al campo marchito
nuevo jugo y nueva vida;
mas ¿quién en el movimiento
del génesis infinito,
recuerda la flor caída?
*
¡Vanidad de vanidades!
En nuestras horas inciertas,
sobre las ciudades muertas
álzanse nuevas ciudades.
En ignotas soledades,
en regiones, hoy desiertas,
yacen de polvo cubiertas
las glorias de otras edades.
Cae en mortal cautiverio
cuanto el alma, inquieta y muda,
busca y ama, anhela y nombra.
Nuestra vida en el misterio,
nuestro destino en la duda,
nuestro término en la sombra.
Mayo 23 de 1873.
Gaspar Núñez de Arce