TRISTEZA EN LA AUSENCIA
¡La noche cuán serena
Camina por el Cielo,
E impone a los mortales
Un augusto silencio!
Los astros, repartidos
Por todo el firmamento,
Con variedad hermosa
Ostentan sus destellos.
Las flores delicadas
Espiran un aliento
Aromático, puro,
Que causa gran consuelo.
El aire suave orea
Los troncos corpulentos,
Revolviendo las hojas
Con dulce movimiento.
¡Como convida todo
A un regalado sueño,
Que haga olvidar las penas,
Que atraiga los contentos!
Mas lejos de tu vista
No se bañan los cercos
De estos cansados ojos
Con opio, ni veleño;
Sino con abundantes
Lágrimas, que mi pecho
Envía, porque tanto
Penar los tiene secos.
Gaspar María de la Nava Álvarez, Conde de Noroña