A UNA MOSCA
Oh mosca, que revuelas
En torno de mi Amira,
Que siempre la acompañas,
Que sus secretos miras;
Tú que el sueño le robas
Cuando está más dormida
Con tus sutiles alas,
Haciéndole cosquillas;
Tú que su mano tocas;
Tú que su pecho picas;
Que en su cabello juegas;
Que besas sus mejillas;
Y que chupas ansiosa
El dulcísimo almíbar
De sus rosados labios,
Donde el Amor habita;
¡Ay! ¡Si tuvieras mi alma,
Cuanta fuera tu dicha!
¡Y si yo tu licencia,
Qué de cosas no haría!
Gaspar María de la Nava Álvarez, Conde de Noroña