SONETO
Cuantas estrellas tiene el alto cielo,
fueron en ordenar mi desventura,
y en la tierra no hay prado ni verdura,
que pueda en mi dolor darme consuelo.
Amor subjecto al miedo, en puro hielo
convierte el alma triste. ¡Ay pena dura!
que a quien fue tan contraria la ventura,
vivir no puede un hora sin recelo.
La culpa de mi pena es justo darte
que a ti, Niontano, a ti mis quejas digo,
alma cruel, do no hay piedad alguna.
Porque si tú estuvieras de mi parte,
no me espantara a mí serme enemigo
el cielo, tierra, amor y la fortuna.
Gaspar Gil Polo