A UN RUISEÑOR
No prosigas
Exhalando
Tu eco blando,
Ruiseñor,
Que asaz saben
Las estrellas
Las querellas
De tu amor.
El silencio
Me circunda
De profunda
Soledad:
¡Calle, calle
Tu sonoro
Pico de oro
Por piedad!
No convides
Con tu acento
Mi tormento
Velador,
Que a la noche
Grave pido
El olvido
Bienhechor.
En mi frente
Su beleño
Deja al sueño
Sacudir,
Que hartas veces
A la luna
Importuna
Mi gemir.
La he mirado
Muda y fría
Mi agonía
Contemplar,
Y la be visto
Luego avara
Su Iuz clara
Retirar.
Y la lumbre
Vencedora
De la aurora
Vi nacer,
Sin calmarse
Ni un momento
Mi violento
Padecer.
Como cantas
Tus amores
Mis dolores
Canté yo,
Que de peñas
En el hueco
Triste el eco
Repitió.
¡Ay! cual ellas
Duro el cielo
Mi desvelo
Ve cruel,
Cuando el labio
Seco apura
La amargura
De su hiel.
Su implacable
Rigor fiero
No más quiero
Ya vencer.
Mas alivio
De mi suerte
Breve muerte
Puede ser.
Muerte breve
¡Sueño! dame,
Y derrame
Su ilusión,
Ese bálsamo
Anhelado 1
Del llagado
Corazón.
Tú suspende
Tu eco blando,
Treguas dando,
Ruiseñor,
A tu dulce
Lengua arpada.
Inspirada
Del amor.
1841 2
Gertrudis Gómez de Avellaneda
1 Se ha aplicado el cambio de la fe de erratas de la publicación original, el verso publicado que se corrige en ella era:
Deseado
2 Datada en Octubre de 1841 en Poesías de la excelentísima señora... (1850).