LA JUVENTUD
«¡Ensancha, ensancha, oh vida,
Para mí tu camino!
¡Broten raudales de placer divino,
De amor, de gloria y vivas emociones
Que en devorante sed mi alma encendida
Pide grandes pasiones.
De su ambición al hálito abrasado,
Abre ¡oh mundo! tu seno,
De tantos goces y delicias lleno,
Como del sol al fuego, el perfumado
Cáliz presentan las preciadas flores,
Esparciendo balsámicos olores
»Hierve la vida en mi agitado pecho:
Exuberante por mis venas corre
Sangre pura y ardiente,
Y el ansia generosa me devora
De admirar y de amar. ¡Mundo! descorre
Ante los ojos de mi inquieta mente,
Que aun tus misterios encendida adora,
Descorre al fin tus incitantes velos.
Déjame ver los bienes que atesora
En tu seno feliz naturaleza:
Deja que a la belleza
Admire sin cesar; que rinda culto
A la augusta virtud; que en noble llama
Arda de amor; que en el santuario oculto
De la verdad penetre; y que al aliento
Del entusiasmo que mi pecho inflama,
En siglos vinculando mi memoria,
Arranque con mi brazo o pensamiento,
Su lauro eterno a la fulgente gloria».
»Abre tus puertas ¡mundo! que ya ansío
Tus goces devorar, y aun tus dolores,
Que el alma con inmenso poderío
Al cuadro mas sombrío
Sabe prestar vivaces resplandores.
Ensancha , ensancha ¡oh vida!
Tu grata senda y cúbrela de flores,
Que a ella me lanzo, de entusiasmo ardida,
Bienes vertiendo, recogiendo amores,
Con infinito anhelo
De merecer cuanto de bello y grande
Concede al hombre generoso el cielo.
»¡Oh, cuán vasto horizonte
Descubres ante mí! ¡Con qué cambiantes
Y reflejos brillantes
Mis ojos deslumbrando los halagas,
Mientras que con aromas penetrantes
Mi razón embriagas!
¡Oh, cuán rica te miro
De ilusiones y encantos!
¡Cuántos placeres en voluble giro
Veo volar en derredor, y cuantos
Inefables secretos de ventura
Columbro ¡oh vida , en vaga lontananza!
Comprenderlos sabré: sabré tus dones
Magníficos gozar, que a ellos me lanza
El ímpetu de férvidas pasiones,
A par que el codicioso pensamiento,
Y llevada me siento
En alas de la intrépida esperanza!»
* * *
Dice la juventud y ardiente avanza
Por esa senda que miró florida... .
¡Avanza , avanza sin cesar ¡oh vida!
Y nunca el bien que le fingiste alcanza!
Entra en el mundo fuerte y rozagante,
Y en él se vuelve inútil y marchita
¡Le pide que a los cielos la levante,
Y a inmundo cenagal la precipita!
Junio de 1841
Gertrudis Gómez de Avellaneda