TEMPESTAD
Al soplo de Aquilón en noche oscura
Surca mi nave el líquido elemento,
Y al negro mar, y al negro firmamento
Mi alma supera en luto y en pavura.
Con la tormenta insana se conjura
Siguiendo al mar y al irritado viento;
A. cada rayo exhala un pensamiento,
A cada oleada vuelve una amargura.
Prosigue sin solaz tu rumbo incierto,
La estrella lucirá, nave perdida,
Que te debe guiar a amigo puerto:
Mas ¡ay! que las lumbreras de mi vida
Nubláronse por siempre, y de mi alma
Nunca a la tempestad siguió la calma.
1841
Gertrudis Gómez de Avellaneda