ESTAMOS BIEN
La mañana, se pierde en la maraña.
Por la tarde, los niños de la calle.
Por la noche, la radio del vecino.
La oficina me pone casi muerta.
El silencio, se esconde en la repisa.
Yo no puedo, leer una novela,
y la gata que pare en el pasillo
y mi hermano que no tiene trabajo
y la niña que llora por la esquina,
mi cuñada me pide una cebolla;
en la puerta, que llama el del recibo.
No hay quien pueda vivir cómodamente.
El tranvía no llega casi nunca
y no llega tampoco con el sueldo;
la merienda borrose de la casa;
el periódico nos dice la noticia;
se avecina, la garra de la guerra,
y yo digo: ¡Pues sí, lo que faltaba!
Gloria Fuertes