XLIII
AL SERENÍSIMO SEÑOR DON JUAN DE AUSTRIA
Este, que a voz en grito (¡oh Bulequino!)
aclamas de Juan de Austria, en prominente
ciudad augusta: Joven altamente
(si humanidad con todos) es divino.
Maborte le ciñó de acero fino
su victoriosa espada omnipotente,
dígalo Flandes; dígalo elocuente,
Parténope lo diga, y Barcino.
Hoy (vestido la paz, y glorioso)
árbitro le miramos sin segundo
de la Justicia para los acasos.
O Bulequino tú, que por el mundo
vas observando lo maravilloso:
pues ya no hay más que ver, no des más pasos.
Gabriel Bocángel