LA VIEJA Y EL GATO
Tenía cierta vieja de costumbre,
al meterse en la cama,
arrimarse en cuclillas a la lumbre,
en camisa, las manos a la llama.
En este breve rato,
le hacía un manso gato
dos mil caricias tiernas:
pasaba y repasaba entre sus piernas.
Y como en tales casos la enarbola,
tocaba en cierta parte con la cola.
Y la vieja cuitada
muy contenta decía: —Peor es nada.
Félix María de Samaniego
Poesías inéditas. Cancionero del siglo XVIII. Biblioteca Nacional (Madrid). Mss. 3751 (ff. 1-19)