LA ALHAMBRA
Venid a mis voces, doncellas hermosas
Que holláis la ribera del Dauro y Geníl:
Venid coronadas de sándalo y rosas,
Más puras , más frescas que el aura de abril.
Flotando en la espalda los negros cabellos.
Los ojosde fuego, los labios de miel,
La túnica suelta, desnudos los cuellos,
Cantando de amores seguidme al vergel.
Amor resonaron las grutas del río;
Amor en las selvas cantó el ruiseñor;
Amor las montañas, el bosque sombrío,
La tierra, los cielos repiten amor.
Y allá en el Alcázar, orgullo del moro,
Que ya de tres siglos la mano arruinó,
Rodando en los muros de mármoles y oro,
Un sordo murmullo de amor resonó...
¿Qué se hizo su gloria, su pompa, su encanto,
Los triunfos y empresas de tanto galán?
¿Las cañas y fiestas, la música y canto,
Jardines y baños y fuentes dó están?
El jaspe ya cubren abrojos y espinas;
Do rosas crecieron , la zarza se ve;
A llanto provocan las miseras ruinas;
Los rotos escombros detienen el pie...
¡Ay! Ninfas del Dauro, venid a mis voces,
Mirad cuál fenecen la gloria y beldad:
Y en tanto que vuelan las horas veloces,
De amor las dulzuras, la dicha gozad!
Francisco Martínez de la Rosa