ALCÁNDARA
Después de haber volado tanto
vuelve a su alcándara el halcón.
El halcón es mi corazón
y la alcándara es este canto.
Mi vuelo es lento porque aguanto
con garra ardida a la emoción;
Fénix virtual cuyo plumón
en mi ardimiento es como amianto.
A mi vuelo, breve guarida
destinando van, una a una,
las alcándaras de la vida.
Y, en realidad, esta inquietud
va de una alcándara, la cuna,
a otra alcándara, el ataúd.
Francisco Luis Bernárdez