SONETO XXXIX
Dime, Fili, así amor dure en el pecho
De tu nuevo pastor, así los hados
Os den los bienes y el placer doblados,
Como las penas a tu Tirsi han hecho:
El puro fuego y aquel lazo estrecho,
Que nuestros corazones abrasados
Tuvo igualmente, y con un nudo atados,
¿Está del todo ya muerto y deshecho?
¿No te queda siquiera la memoria
De aquellos dulces, venturosos días,
Que te di de mi fe nuevas tan ciertas?
Mas no, porque el remate de la historia
Enturbiará también tus alegrías,
Como dejó mis esperanzas muertas.
Francisco de Figueroa