SONETOS DE LA ROSA ENAMORADA DE SÍ MISMA
III
Aplicada la rosa a su elegancia,
se dedicó a estudiar rosicultura,
aprendió la ecuación de su estatura,
y elaboró un teorema de su infancia.
Y aún hizo más, la rosa, en su arrogancia:
se doctoró en su propia arquitectura,
se aprendió de memoria su hermosura
e hizo una tesis sobre su fragancia.
Así quedó la rosa cultivada
tonta de tanta alambicada ciencia,
de tanto teorizar sobre sí misma.
Sola quedó la rosa, enajenada
en el prisma de turbia transparencia
de un perfumado y pálido sofisma.
Fernando del Paso