SONETO VII
Estaba de mi edad en el florido
abril, que fruto asaz me prometía,
y de mi Flora en el regazo un día
vi reposar al niño Amor dormido.
Las alas que tan alto lo han subido,
por no bajar, abandonado había;
yo, que de celos y de envidia ardía,
tenté con ellas usurparle el nido.
Volar tenté; mas, de la luz medroso
de tus soles, ¡oh Flora! mudé intento,
con el fracaso de Ícaro avisado;
que es mal valor tal vez ser temeroso,
y no siempre fortuna da al osado
favor, ni quiere el gusto ser violento.
Francisco de Medrano