LA ESPERA
Cuando me paro a hablar de mí conmigo,
cuando con el fantasma esclavo de mi vida converso
convenimos de nuevo en las cosas triviales
y en la íntima y honda razón que nos abate
discrepemos confusos.
Aguardando a que suene
la aldaba que no empuña su mano desde entonces,
conversamos callando, por si acaso volviera
y nuestra eterna charla impidiera el oírla
al fondo del pasillo, caminando con miedo
como una estatua gélida que recibe la vida.
Sé que no ha de volver y no obstante prosigo
vigilando la entrada, moldeando su rostro
según el inasible
indicio de esa niebla, la memoria.
Centinela que impide la entrada del olvido,
imagino su cuerpo cada noche a mi lado.
Cuando me paro a hablar de mí con el extraño
ser que me habita oscuro, yo no tengo respuesta
para la duda honda que a los dos nos zahiere.
Convenimos de grado, sin apenas disputa,
en asuntos triviales, en ligeras cuestiones.
Pero nunca en la honda razón que nos destruye.
Felipe Benítez Reyes