SONETO XXIX
Desde la eternidad, antes que el cielo
amaneciese al mundo el primer día,
nombrado —¡oh, gran Felipe!— Dios te había
por rey universal de todo el suelo;
y así como esparció con tanto celo
Bautista la venida del Mesía,
así ahora Juan de un polo al otro envía,
tras su fama inmortal, tu cetro al vuelo.
Ha seis mil años casi que camina
el mundo con el tiempo a consagrarte
la grey diversa, reducida en una.
¡Oh, cómo en ti paró la edad más dina,
bien dignamente, y va tras tu estandarte
la gente, el mundo, el tiempo y la fortuna!
Francisco de Aldana