SONETO XXVII
Aunque a la alta región de la alegría
subió quien os la daba aquí en el suelo,
ved cuánto puede un puro y santo celo
en amorosa y santa compañía:
que un a pesar de muerte helada y fría,
podadora cruel del frágil velo,
siempre os sigue Victoria desde el Cielo
y a vuestro nombre da perpetuo día.
Francisco de Aldana