SONETO XIII
Galanio, tú sabrás que es otro día,
bien lejos de la choza y el ganado,
en pacífico sueño transportado
quedé junto a una haya alta y sombría,
cuando —¿quién tal pensó?— Flérida mía,
traída allí de amigo y cortés hado,
llegóse y un abrazo enamorado
me dio, cual otro ahora tomaría.
No desperté, que el respirado aliento
de ella en mi boca entró suave y puro
y allá en el alma o del caso aviso,
la cual, sin su corpóreo impedimento,
por aquel paso en que me vi te juro
que el bien casi sintió del Paraíso.
Francisco de Aldana