SONETO III
«Solías tú, Galatea, tanto quererme
con un deseo tan vivo y tan ardiente
que, estando un solo punto de mi ausente,
de perdida temías luego perderme.
»Ahora, ya cruel, no puedes verme.
¿Cuál nueva sinrazón, cuál accidente,
nueva tigre cruel, nueva serpiente,
te hacen contra mí, sin defenderme?».
Tirsis dijo esto, convertido en río,
y que riendo seguir: «El niño arquero
sabe, mi bien, cuan grave mal sostengo».
Responde ella llorando: «¡Ay Tirsis mío,
si más que estos dos ojos no te quiero,
que pierda yo la luz que en ellos tengo!».
Francisco de Aldana