LA CAUTIVA
Cautiva que entre cerrojos,
frente a la angosta ventana
dejas espaciar los ojos
por la campiña lejana,
¿de qué te sirve tener
en el pecho un ansia viva,
si eres libre para ver,
y para volar cautiva?
Siento mayor la amargura
de tu mal cuando te veo
con las alas en tortura
y en libertad el deseo.
Preso el pie y el alma alerta…
¡Qué morir frente a la vida!
¿Para qué ventana abierta
si no hay puerta de salida?
Alma cautiva y hermana
que en la campiña lejana
dejas espaciar los ojos,
¡que te quiten los cerrojos
o te cierren la ventana!
Enrique González Martínez