LA HILANDERA
Mi hilandera en las tardes, hila, canta y espera;
hila copos de ensueños al fulgor mortecino;
canta viejas canciones y contempla el camino
a través de las brumas de empañada vidriera.
Hace ya muchos años se quedó prisionera
en el lúgubre alcázar de su propio destino,
y no sabe qué aguarda cuando vuelve al camino
los extáticos ojos mi piadosa hilandera.
Recluida en su torre, con el huso en las manos,
devanando las horas de sus tiempos lejanos,
guarda leve perfume de engañosa quimera;
y en el último olvido de pasadas congojas,
al silbar de los cierzos y al caer de las hojas,
en las tardes de otoño, hila, canta y espera.
Enrique González Martínez