LUZ EN LA MEMORIA III
Aquello era... Fue,
pero va a seguir siendo
porque ya es imposible
borrar lo que ha cuajado:
el olor penetrante
del nardo y la gardenia,
el sahumerio triste
del maíz y del plátano.
Esquinas tan pobladas
de gestos despaciosos,
de regateos lentos
y palabras oscuras.
“Marchantita”, “calentito”.
Todo se hace pequeño
con una suavidad
de caricia entrañable.
Y son manos morenas
de tortilla reciente.
Ernestina de Champourcín