EJÉRCITO
Venía
una guerrilla negra
con un incendio en la mano.
El pueblo
corrió a los arsenales
y apareció en la plaza con los hombros armados.
Todo el pueblo,
hecho policía,
hecho guardia,
hecho ejército,
llegó ante la guerrilla
y se dejó mirar.
El fuego
huyó por un desagüe de ceniza.
Volvieron a los arsenales,
llegaron a sus casas
y los niños, montados en sus hombros
borraron el regusto ácido de las armas.
Andrés Eloy Blanco