EL REMANSO
Río cansado se acogió a la sombra
de los árboles dulces... de los árboles
serenos que no tienen que correr…
Y allí se quedó en gracia de recodo.
Ya está el remanso. Mínimas raíces
lo fijan a la orilla de su alma:
Reflejando las luces y las sombras,
se duermen con un sueño sin distancias…
Es mediodía: Por el cielo azul
una paloma pasa…
El río está tan quieto
que el gavilán, oculto entre las ramas,
no sabe ya por un instante
dónde tender el vuelo con la garra:
Si al fino pájaro del aire
o al pájaro, más fino aún, del agua…
Dulce María Loynaz de Castillo