LO SINCERO
Si día a día enfrento a uno
de los ochenta y cuatro mil
engaños vueltos luz y torpe
oscuridad de nuevo mientras
se abre o cierra el corazón
en ochenta y cuatro mil
gozos rebosantes o en tosco
y repetido dolor continuo,
o mejor, eso, que parpadea
y hace de la luz lo oscuro
y de lo oscuro luz en caminos
insondables de amor rodeándome,
uno en otro y otro en uno y es
suave, no es crudo ni es frío
ni distante el vivo ejercicio
de gratitud que no se sabe
por qué cada cosa viviente
ofrenda, si venimos solos
a este mundo y solos nos vamos
adonde brilla el tiempo a costa
nuestra, o es el sendero acaso
que nos deja ser reclamando
con su ley que dejemos ya
de ser el bello tornasol
constante sin sentido salvo
el de ensayar las formas una
y otra vez condenadas a
la noria de la sed de nuestra
vida, si sólo deshacerla
para no rehacerla nunca
fuera la noble senda de oro,
ruego piedad a mi ceguera
que día a día acaricia todo
sólo como belleza, menos
el tormento oscuro del propio
corazón ante los ochenta
y cuatro mil prodigios que son
engaños del gran teatro o flujo
eterno del río del dolor
y del ansia a quien me apego.
Diana Bellessi