MILONGUITA
Acodadas en la barra
de un bar por la estación
terminal de colectivos
charlamos mi hermana y
yo de bueyes perdidos...
digo algo de unos versos
que se andan escribiendo
y su cara se ilumina,
me recuerda momentos
muy antiguos, encanto
de niña ante el relato:
así que también de eso
puede hablar la poesía,
dice cuando le cuento
que tengo mis visitas
Sí, digo, gente de antes
nítidos y vestidos
de domingo, como eran
o con lo mejor puesto
en trotecito lento
vienen a recordarme
que yo también, sabés,
me vuelvo gente de antes
Ensombrece su cara
y siento que pasa el ángel
de la muerte, es decir
el tiempo, vuelto puro
resplandor y recuerdo
al principiar y después
noche, sólo silencio
Mi padre me enseñó
hace ya algunos años
a caminar tranquilos
por el pequeño y amable
cementerio del pueblo,
parándonos en frente
de las tumbas con cierta
rememoración, era
la gente de su vida
y para mí un eco
Pero me voy volviendo
yo también, cosa tierna,
la fila de los que entran
al umbral de recuerdos
tan soleados y dulces,
no da miedo quisiera
decirle a mi joven
hermana, así nomás
te llega con anuncios
extraños al principio
y luego, hay una fe
que celebra el polvo
en reverbero, esto
fuimos para seguir
siendo en la única
memoria que cuenta…
allí donde nos dimos
como ahora, vos y yo
Diana Bellessi