DE MI NUMEN A LA MUERTE
Empreratriz sombría,
si un día,
herido de un capricho misterioso y aciago,
yo llegara a tu torre sombría
con mi leve y espléndido bagaje de rey mago
a volcar en tu copa de mármol mis martirios,
sellarás más tu puerta y apagarás tus cirios...
En mi raro tesoro,
hay, entre los diamantes y topacios de oro,
y el gran rubí sangriento como enconada herida,
¡el capullo azulado y ardiente de un estrella
que ha de abrir a los ojos suspensos de la Vida,
con una lumbre nueva, inmarcesible y bella!
Delmira Agustini