UNA VOZ DE ESPAÑA
Desde el caos inicial, una mañana
Desperté. Los colores rebullían.
Mas tiernos monstruos ruidos me decían:
«mamá», «tata», «guauguau», «Carlitos», «Ana».
Todo —“vivir”, “amar”— frente a mi gana,
Como un orden que vínculos prendían.
Y hombre fui ¿Dios? Las cosas me servían;
yo hice el mundo en mi lengua castellana.
Crear, hablar, pensar, todo es un mismo
mundo anhelado, en el que, una a una,
fluctúan las palabras como olas.
Cae la tarde, y vislumbro ya el abismo.
Adiós, mundo, palabras de mi cuna;
adiós, mis dulces voces españolas.
Dámaso Alonso