A E. GUTIÉRREZ ALBELO
(31 de diciembre de 1958)
Tú eres de mi provincia y yo soy de la tuya:
es una tierra extraña donde crece una flor
que no se da en mantillo de los huertos del mundo,
pero arde eternamente en las manos de Dios.
Germina allá en lo oculto, crece como un sollozo
lentísimo, se agolpa, pujando, en borbotón
de lágrimas, y cede, música ya lejana,
o vuelve toda estrías profundas, de color.
Ahora ya es eco o tarde muy dulce, que se extingue
para ser un recuerdo, ¿o nada? ¿Cómo son
los sueños no soñados, los ritmos nunca oídos,
perfumes de una ausencia, amor que no llegó?
Tú ves la flor que canta, atónita al mensaje,
delicado instrumento, poeta, tú la voz
modulas, y acompañas el fluir de la vida,
mientras tiemblan los pétalos en las manos de Dios.
No me digas que tú eres de otra tierra, otro cielo
—tú de ínsulas bellísimas y de un desierto de yo—:
no, poeta, mi hermano, compatriota mío,
del reino donde crece, flor única, el amor.
Dámaso Alonso