A UNA DAMA QUE TAÑÍA Y CANTABA
A regulados números su acento
reduce esta sirena dulce cuando
con las pulsadas cuerdas está dando
al arpa voz, al alma sentimiento.
Arco hace el Amor de su instrumento
y soberbio harpón de un mirar blando,
sol que, rayos de fuego articulando,
desvelo da al cuidado, sueño al viento.
Recuerde, pues, Amor, en la dormida
aura y sus plumas incesables bata
al son desta dulcísima armonía;
numerosas exequias de mi vida
serán, si la piedad no lo dilata,
flechas con yerba de su melodía.
Juan de Tassis y Peralta
Conde de Villamediana