CRUZ
Estás
en el trabajo
en la atención,
en el juego de los niños,
en la luz
que innunda el ojo desolado,
en la flor
incesantemente cortada y renacida.
Y en el esfuerzo de los hombres
de buena voluntad,
inconscientes del tesoro
que llevan a tu pecho,
del aire que te dan, del poco alivio
que traen sus manos rudas, ciegas
al horror de tu agonía
que no acaba.
Sonriendo entre las lágrimas,
comprendes bien la zafra
y ciertamente no eres enemigo
de las graciosas papas,
de los rojos tomates
inobjetables, justos.
En verdad te gustaría
mientras mueres
que todo fuera muy bien hecho
con alegría y con amor,
y que la cena humeara feliz
mientras bajas al sepulcro.
Cintio Vitier