CARA
Un día al año,
una tarde, un par de horas,
no te podemos dedicar.
El trabajo apremia
(el corte de caña, la recogida
de papas y tomates),
y además no creemos en ti,
ni siquiera como símbolo,
historia
o reliquia.
En cuanto a los niños,
estudian, juegan o trabajan:
nada tienen que ver contigo,
su salvación está en otras manos
que no se dejan clavar en una cruz;
antes bien, empuñan las armas
y las herramientas.
El azul, desierto, brilla.
Las palmas no recuerdan a los olivos aquellos
ni en sus fibras hay ningún vestigio
del madero
donde te crucificaron.
El hombre y la naturaleza están absortos,
entregados a sus mutuas relaciones
de producción, de lucha y goce.
No hay nada que purgar.
(Una visita
a los hospitales en este mediodía
cegador, sería como, en la fábrica
un vistazo a la nave de desechos).
Que un pequeño grupo vele,
carece de importancia.
Mañana,
de ellos no quedará ni un signo en el polvo.
Cintio Vitier