AMOR A LAS MUJERES
A Emelina
Todavía me acuerdo... Era una tarde,
Una tarde de abril;...
Tres años han corrido y aún no puedo
Olvidarme de ti!...
Tal me parece ver tu faz preciosa
Tus labios de carmín;
Oigo tu voz sonora i arjentada
Te miro sonreír...
Esta tarde... ¿te acuerdas? Con tu mano,
Blanca como el marfil,
Estrechabas la mía temblorosa
Mientras te hablaba así:
—«¡Emelina, bien mío, tú no me amas
Como te amo yo a ti!...
¡Dame un beso por Dios: tú eres mi gloria,
Mi fe, mi porvenir...!
»Sin tu cariño nunca viviría...
Jamás seré feliz
Sin respirar tu aliento, ánjel precioso,
Tu aliento de jazmín!...»
—«Carlos —me respondiste—, ¿por qué dudas
De mi amor hacia ti?...
No llores más... escucha... tu silencio
Me hace un mal presentir...
»Tal vez es que te vas... si no te fueras
¿Por qué tanto plañir?
Vete tranquilo i en mi amor confía….”
¡Acuérdate de mí!...»
Pálida, sin sentido, entre mis brazos
Te lanzaste al decir
Tales palabras... yo sobre tu frente
Un ósculo imprimí...
Tal me parece ver tu faz preciosa
Cuando volviste en ti,
Mustia como la flor que batió el cierzo
En ameno pensil...
* * *
Cuando los lares de la patria mía
A contemplar volví.
En los brazos estabas de otro hombre
Satisfecha i feliz
Casi nunca resístese a la ausencia
El amor mujeril;
A un leve soplo de ella vide el suyo
Vacilar... ¡morir!...
Bogotá, 22 de abril de 1874: 178-179.
Candelario Obeso Hernández