LA VIDA PERFECTA
Conejo: ¡hermano tímido, mi maestro y filósofo!
Tu vlda me ha enseñado la lección del silencio.
Como en la soledad hallas tu ruina de oro
no te importa la eterna marcha del universo.
Pequeño buscador de la sabiduria,
hojeas como un libro la col humilde y buena,
y observas las maniobras que hacen las golondrinas
como San Simeón, desde tu oscura cueva.
Pídele a tu buen Dios una huerta en el cielo,
una huerta con coles de cristal en la gloria,
un salto de agua dulce para tu hocico tierno
y sobre tu cabeza un vuelo de palomas.
Tú vives en olor de santidad perfecta.
Te tocará el cordón del padre San Francisco
el día de tu muerte. ¡Con tus largas orejas
jugarán en el cielo las almas de los niños!
Jorge Carrera Andrade