ESPUMA CRISTIANA
La espuma, signo profundo,
agua, luz y sal encierra:
Cristo es Agua y Luz del mundo
y también Sal de la tierra.
Y Cristo, divina rosa
de humildad y de obediencia,
me cubre con la inocencia
de su gracia milagrosa.
Y bautizada por Él,
soy una rosa de auroras
que se siente a todas horas,
siempre alegre y siempre fiel.
Y por ser una criatura
de obediencia tan dichosa,
Dios me ha dado una blancura
milagrosa, milagrosa;
Y sobre la primavera
de sus mares me desata,
como una cinta ligera
de rosas color de plata;
Él me ha dado este cariño
perenne y universal,
como indiferente niño
para el bien y para el mal;
Lámpara maravillosa,
de su luz, la luz me vino,
Por Él soy tan luminosa
para Simbad el marino;
De su tesoro, la flor
de mi rumor apagado,
silencioso, sublimado,
como un rumor no rumor;
Por cristiana, son mis días
como un florido jardín
donde tiernas alegrías
brotan y brotan sin fin.
Nunca vista, mi alegría,
cuando entre mis blancas flores,
pasa regando favores,
la dulce Virgen María.
Ella: la espuma graciosa,
sin pecado concebida:
la más peregrina rosa
de la gracia florecida.
¡Ave gratia plena! Dios
puso en tu dulce mirar,
las mercedes para los
trabajadores del mar.
Tus favores, tus favores
nunca dejan de cantar
indomables pescadores
y audaces lobos de mar.
¡Pájaro del dulce encanto,
victorioso talismán,
para triunfar del espanto
soberbio del huracán!
Y en mis praderas dichosas,
fraternizan, por tus huellas,
el perfume de las rosas
y el candor de las estrellas.
Azarías H. Pallais