CENIZA EN LA FRENTE
La vida es combate,
la tierra palenque,
«el hombre es el lobo
del hombre», y en este
orates maldito
ninguno se entiende.
Aquí todos lloran,
aquí todos ríen,
aquí todos charlan,
corren, van y vienen;
y todos adulan,
arañan y muerden,
y engáñanse todos,
y todos prometen,
y todos se ponen
ceniza en la frente.
*
Si ves a una chica
que un ángel parece
y al cielo sus ojos
envidia no tienen;
evita que ellos
el alma te quemen,
que en vez de colores
tendrás colorete,
horribles pesares
en vez de placeres,
y en vez de ternura
dejárate aleve
ceniza en el alma,
ceniza en la frente.
*
Si ves anunciado,
en grandes carteles,
elíxir que sana
infaliblemente
cuanto mal agobia
a la humana especie,
duda del prodigio;
porque quien lo vende
sólo busca bobos,
sólo bobos quiere,
para colocarles
ceniza en la frente.
*
Aunque veas que el trono
penas mil decrete
contra esos que viven
de sotas y reyes,
no pienses que nunca
de jugar se deje,
que son los tahúres
endiablada gente,
y a la policía
ciega y sorda vuelven
luego que le ponen
ceniza en el vientre,
ceniza en los ojos,
ceniza en la frente.
*
Si ves a un patriota
que ayer muy ardiente
gritaba: ¡Que vivan .
de Juárez las leyes!
Y hoy dice: Si Juárez
no ha caído, se pierde
la patria. —¿Adivinas
lo que el bicho quiere?
Quiere ver el bicho
si a la patria muerde;
por eso, menguado,
un empleo pretende,
aún cuando le pongan
ceniza en la frente.
*
Si oyes que otro dice,
el mártir haciéndose:
—Señor, mis creencias
ante nada ceden.
¿Servirle al imperio?
¡Primero me cuelguen!
¿Sabes cuál la causa
es de que se exprese
así? Pues el mártir,
con humos de héroe,
está convencido
de que es pobre mueble
útil para nada,
y que aunque se esfuerce,
no habrá quien le ponga
ceniza en la frente.
*
Y si oyes que algún
espuro no quiere
que haya quien revise
los mil expedientes
que deben su origen
de Lerdo a las leyes,
jura que ese chico
las fincas que tiene
son mal adquiridas,
y quedarse teme
peor de lo que estaba
antes de ponerle
al clero, ceniza,
ceniza en la frente.
*
Y si acaso has visto...
mas ahora cese
la maldita charla,
que la charla ofende;
y si continuamos
charlando tan fuerte,
tal vez el prefecto
se enfada, suspende
la Orquesta, y nos pone
ceniza en la frente.
Antonio Plaza Llamas