COMER Y BAILAR
I
La calva fortuna,
la ciega deidad,
ilógica siempre,
dio a usted, Sebastián,
del buen Sancho Panza
la dicha casual.
Voacé, sin embargo,
no puede tocar
la flauta, y su genio
gubernamental,
no vale un pepino
para gobernar.
Tiene usted, sin duda,
un diente especial,
y piernas usadas
que saben danzar;
mas mientras engulle
con gula voraz,
y brinca y se tuerce
bailando el can-can,
nos lleva el demonio,
señor, sin piedad,
que aquí vegetamos
escasos de pan.
Voacé no gobierna,
porque gobernar
no es solamente,
señor Sebastián,
bailar y comer,
comer y bailar.
II
La horrible discordia
rugiendo ya está,
y afila en los montes
sus garras audaz.
La reina silvestre
su cetro fatal
en cuba de sangre
pretende mojar.
Muy pronto esa hidra
infame será
atroz combustible
de hoguera voraz.
¿Por qué a las montañas,
señor, no se van
esos que le hicieron
honores de Czar,
la noche que vino
de aquella ciudad
a la que entre Hurras
marchó sólo a
bailar y comer,
comer y bailar?
III
Sus ministros tienen
talento brutal,
la patria con esos
no puede marchar;
el fisco en la bruja
camina bien mal,
con trampas aquí,
con trampas allá,
usted sabe que
si falta metal
pierden las naciones
su vitalidad.
Exigen las armas
reforma formal;
porque en el ejército
generales hay
que nunca un petardo
oyeron tronar.
Son las oficinas
un campo feraz,
do medra y engorda
la gente animal.
iPor Dios! no se ocupe,
señor, de danzar;
que platos y copas
se queden en paz,
que al fin es la gula
placer de gañán.
Dirán que es su doble
pasión capital
bailar y comer,
comer y bailar.
IV
¿Acaso es la patria
convivialidad?
¿haciendo cabriolas
se puede salvar?...
Cesen las piruetas,
las polkas, el vals,
no sea que brincando
se vaya a encojar.
Los blancos manteles
levántense ya,
empiece el gobierno,
acabe Canaán:
porque indigestarse
es malo a su edad.
Ya no se divierta
con danza fugaz;
hecho un Rigoletto
voacé estuvo ya;
eso no da gloria,
ni renombre da;
porque nunca pasa
a futura edad
ocioso magnate
que sabe no más
bailar y comer,
comer y bailar.
Antonio Plaza Llamas