ULTIMA VERBA
EL ALMA Y CRISTO
EL ALMA
—Señor, ¿por qué si el mal y el bien adunas,
para mí solo hay penas turbadoras?
La noche es negra, pero tiene lunas;
¡el polo es triste, pero tiene auroras!
El látigo fustiga, pero alienta;
el incendio destruye, pero arde,
¡y la nube que fragua la tormenta
se tiñe de arreboles en la tarde!
CRISTO
—¡Insensato! Y yo estoy en tus dolores,
soy tu mismo penar, tu duelo mismo;
mi faz en tus angustias resplandece...
Se pueblan los espacios de fulgores
y desgarra sus velos el abismo.
EL ALMA embelesada
—¡Luz...!
CRISTO
—Yo enciendo las albas.
Amanece.
Amado Nervo, 1898
Y en Obras completas, Madrid, Aguilar, 1972 (Los Grandes Clásicos).