DEL CASTIGO QU' EL ARÇIPRESTE DA A LAS DUEÑAS E DE LOS NONBLES DEL ALCAYUETA
Estrofas 892-944
Dueñas, abrit orejas, oyd buena liçión,
entendet las palabras: guardatvos del varón;
¡guardat!, non vos acaya como con el león
al asno syn orejas e syn su coraçón:
El león fué doliente; dolíale la tiesta.
Quando fué sano della, que la traya enfiesta,
todas las animalias, el domingo en la siesta,
venieron ant'él todas á fazer buena fyesta.
Estava ay el burro: fesieron dél juglar.
Como estava byen gordo, començó a rretoçar,
su atanbor taniendo, muy alto a rebusnar:
al león e a los otros ovieralos atronar.
Con las sus caçurrías el león fue sanudo:
quiso abrirle todo; alcançar non le pudo.
Su atanbor taniendo fuese, más y non estudo:
sentiose por escarnido el león del orejudo.
El león dixo luego que merçed le faría.
Mandó que le llamasen, que la fiesta onrraría,
quanto él demandase, tanto le otorgaría.
La gulhara juglara dixo que l' llamaría.
Fuese la rraposilla ado el asno andava
paçiendo en un prado. Tan byen lo saludava:
«Señor», dixo, «confadre, vuestro solás onrrava
a todos, e agora non valen una hava.
«Más valie vuestra albuérbola e vuestro buen solaz,
vuestro tabor sonante, los sonetes que faz',
que toda nuestra fiesta: al león mucho plaz'
que tornedes al juego en salvo e en paz».
Crio falsos falagos: él escapó peor.
Tornose a la fiesta baylando el cantador.
Non sabie la manera, el burro, del señor:
escota el juglar neçio el son del atabor.
Como el león tenia sus monteros armados
prendieron a don burro, como eran castigados:
al león le troxieron; abriol' por los costados;
de la su segurança son todos espantados.
Mandó'l león al lobo con sus uñas derechas
que lo guardase todo mijor que las ovejas;
quando el león traspuso una o dos callejas,
el coraçón el lobo comió e las orejas.
Quando el león vyno por comer saborado,
pedió al lobo el asno, que l' avie comendado;
syn coraçón, syn orejas tróxole desfegurado;
el león contra el lobo fue sañudo e yrado.
Diz' el lobo al león que el asno tal nasçiera:
que sy él su coraçón e orejas toviera,
entendiera sus mañas e sus nuevas oyera;
mas que non lo tenía e por ende veniera.
Assy, señoras dueñas, entended el rromançe:
guardatvos d' amor loco, non vos prenda nin alcançe;
abrid vuestras orejas; el coraçón se lançe
en amor de Dios lynpio; loco amor non le trançe.
La que por aventura es o fue engañada,
guárdese que non torne al mal otra vegada:
de coraçón e orejas non quiera ser menguada;
en ajena cabeça sea bien castigada.
En muchas engañadas castigo e seso tomen,
non quieran amor falso, loco rriso non asomen:
ya oystes que «asno de muchos, lobos le comen»,
non me maldigan algunos, que por esto se concomen.
De fabla chica dañosa guárdes' muger falagera:
que de un grano d' agraz se faze grant dentera,
de una nues muy chica nasçe muy grand nogera,
muchas espigas nasçen d' un grano de çevera.
Andan por todo el pueblo della muchos desires,
muchos después la enfaman con escarnios e rreyres,
dueña, por te desir esto non t' asañes nin t' ayres,
mis fablas e mis fasañas ruégote que bien las mires.
Entyende byen la estoria de la fija del Endrino:
díxela por dar ensyenplo, non porque a mí avino;
guárdate de falsa vieja e rrason de mal vesino,
sola con ome non fies nin te llegues al espino.
Seyendo yo después desto syn amor e con coydado,
vy una apuesta dueña seer en el su estrado:
mi coraçón en punto levómelo forçado:
de dueña que yo vyese nunca ffuy tan pagado.
De talla la mejor de quantas yo ver pud',
niña de pocos días, ryca e de vertud,
fermosa, fijadalgo, de mucha joventud:
nunca vy tal como ésta, ¡sy Dios me dé salud!
Apuesta e loçana e duena de lynaje;
poco salya de casa: era como salvaje.
Busqué Trotaconventos, que siguiese este viaje;
que éstas son comienço para el santo pasaje.
Sabed que non busqué otro Ferrand Garçía,
nin lo coydo buscar para mensajería:
nunca se ome byen falla de mala conpanía:
de mensajero malo ¡guárdeme Santa María!
Aquesta mensajera fue vieja byen leal:
cada día llegava la fabla; mas non ál;
en esta pleytesía puso femençia tal,
que çerca de la villa puso el arraval.
Luego en el comienço fiz' aquestos cantares;
levógelos la vieja con otros adamares:
«Señora», diz', «conpradme aquestos almajares».
La dueña dixo: «Plaz'me, desque me los mostrares».
Començó a encantalla, díxole: «Señora fija,
catad aquí que vos trayo esta preçiosa sortija;
dadme vos ésta... (poc' a poco la aguija);
sy me non mesturárardes, dirévos una pastija».
Diz': «Yo sé quién vos querría más cada día ver,
que quien le dies' esta villa con todo su aver:
señora, non querades tan horaña seer,
quered salyr al mundo, a que vos Dios fiz' nasçer».
Encantóla de guisa, que la enveleñó,
dióle aquestas cántigas, la çinta le çynió;
en dándole la sortyja del ojo le guiñó,
somoviola ya quanto e byen lo adeliñó.
Como dise la fabla, que del sabyo se saca,
que «çedaçuelo nuevo tres días en
estaca»,
díxome esta vyeja, por nonbre ha Urraca,
que non querría ser más rapaça nin vellaca.
Yo l' dixe como en juego: «Picaça parladera,
non tomes el sendero e dexes la carrera:
syrve do avrás pro, pues sabes la manera:
que «non mengua cabestro a quien tyene
çivera».
Non m' acordé estonçe desta chica parlylla:
«juga jugando dize el ome grand mansilla».
Fue sañuda la vieja tanto, qu' a maravilla,
toda la poridat fue luego descobrilla.
Ffue la dueña guardada quanto su madre pudo,
non la podía ver ansí tan a menudo:
ayna yerra ome, que non es aperçebudo:
o piensa bien qué fables o calla, fazte mudo.
Provélo en Urraca, dótelo por conssejo:
que nunca mal rretrayas a furto nin en conçejo,
desque tu poridat yase en tu pellejo,
que, como el verdadero, non ay tan mal trebejo.
A la tal mensajera nunca le digas maça,
byen o mal que gorgee, nunca l' digas pycaça,
señuelo, cobertera, almadana, coraça,
altaba, traynel, cabestro nin almohaça,
Garavato nin tya, cordel nin cobertor,
escofyna nin avancuerda nin rascador,
pala, agusadera, freno nin corredor
nin badil nin tenasas nin ansuelo pescador,
canpana, taravilla, alcahueta nin porra,
xaquima, adalid nin guya nin handora;
nunca le digas trotera, aunque por tí corra:
creo, si esto guardares, que la vieja te acorra.
Aguijón, escalera nin abejón nin losa,
Traylla nin trechón nin rregistro nin glosa:
Desir todos sus nonbles es a mí fuerte cosa,
Nonbles e maestrías más tyenen que raposa.
Como dise un Derecho, que «coyta non ay ley»
coytándome Amor, mi señor e mi rey,
dolyéndome de la dueña mucho esto me crey,
que estava coytada como oveja sin grey.
Ove con la grand coyta rogar a la mi vieja
que quisiese perder saña de la mala consseja;
la liebre del covil sácala la comadreja,
de prieto fazen blanco, bolviéndole la pelleja.
—«Alahé», diz', «açipreste, vieja con coyta trota,
e tal fasedes vos, porque non tenedes otra:
tal vieja para vos guardadla que conorta,
que «mano besa ome, que la querría ver corta».
»Nunca jamás vos contesca lo que diçe el apodo.
Yo lo desdiré muy bien e lo desfaré del todo,
asy como se desface entre los pies el lodo,
yo daré a todo çima e lo traheré a rodo.
»Nunca digades nonbre malo nin de fealdat;
llamatme buen amor e faré yo lealtat:
ca de buena palabra págase la vesindat,
el buen desir non cuesta más que la nesçedat».—
Por amor de la vieja e por desir raçón,
Buen Amor dixe al libro, a ella toda saçón:
desque bien la guardé, ella me dió mucho don:
non ay pecado syn pena nin bien syn gualardón.
Ffizo grand maestría e sotil travesura:
fízose loca pública andando syn vestidura;
dixo luego la gente: «¡dé Dios mala ventura
ha vieja de mal seso, que fase tal locura!»—
Dizen por cada cantón: «¡que sea malapreso
quien nunca a vieja loca creyese tal mal seso!»
de lo que ante creyan, fue cada uno rrepeso:
dixe: «En mano de vieja nunca dy mejor beso».
Ffue a pocos de días amatada la fama,
a la dueña non la guardan su madre nin su ama;
tornéme a mi vieja como a buena rama.
Quien tal vieja toviere, guárdela como al alma.
Ffízose corredera de las que venden joyas,
ya vos dixe que éstas paran cavas e foyas
non ay tales maestras como estas viejas Troyas:
estas dan la maçada: ¡si as orejas, oyas!
Otrosí ya vos dixe qu' estas tales buhonas
andan de casa en casa vendiendo muchas donas,
non se rreguardan dellas, están con las personas,
fazen con el su vyento andar las atahonas.
La mi leal Urraca, ¡que Dios me la mantenga!,
tovo en lo que puso, non lo fas' toda menga:
diz' «Quiero m' aventurar a quequier' que me venga.
e fazer que la pella en rodar non se tenga.
»Agora es el tyempo, pues que ya non la guardan
con mi buhonería de mi non se rreguardan;
quanto de vos dixieron, yo faré que lo padan:
ca do viejos non lydian, los cuervos y non gradan».
Ssy la enfychisó o sy le dyo atyncar
o sy le dio raynela o le dyo mohalinar
o sy le dio ponçoña o algund adamar,
mucho ayna la sopo de su seso sacar.
Como faze venir el senuelo al falcón,
asy fiz' venir Urruca la dueña al ryncón:
ca digovos, amigo, que las fablas verdat son:
sé que «el perro viejo non ladra a tocón».
Como es natural cosa el nasçer e el moryr,
ovo por mal pecado la dueña a ffallyr:
murió a pocos días, non lo puedo desir:
¡Dios perdone su alma e quiérala rresçebyr!
Con el triste quebranto e con el grand pesar
yo cay en la cama e coydé peligrar;
pasaron byen dos días, que me non pud' levantar;
dixe yo: «¡qué buen manjar, synon por el escotar!»
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, 1320