A UNA ESTRELLA
Le jour fuit, la nuit tombe, et ses ombres glacées
Ajoutent leur trístesse á mes tristes pensées.
Mme. Tastu.
Pálida estrella que mi frente hieres
Con luz escasa, mientra en blando lecho
Busco a los males que mi ser devoran
Bálsamo en vano:
¿Por qué te ostentas solitaria en medio
Del negro manto que la noche tiende,
Pábulo dando a las que abriga el alma
Locas ideas?
¿Eres la virgen del amor primero,
La casta virgen, que en el labio puso
Trémulo beso, y a mi fe robara
Lívida muerte?
¿Eres el ángel que en mi guarda vela,
Y ansiosa vienes a calmar la mente
Secando el lloro que arrancó a mis ojos
Mundo engañoso?
Querub, acaso, del celeste coro,
De allí te apartas para dar consuelo
Al que en estrecha y solitaria cárcel
Mísero gime.
Tal vez al hombre que del suelo patrio
Lejos arroja su infeliz destino
Traes en tu lumbre de perdidos bienes
Grato recuerdo.
En ti la imagen de la amante esposa.
En ti la faz del adormido hijuelo,
O el rostro amigo de la anciana madre
Plácido mira.
Al nauta guías, que los mares hiende,
Al indio rudo, que el desierto corre,
Y al verte augura bonancible día
Yerto el mendigo.
Mas ¡ay! velada por opacas nubes
Tu luz perece, macilenta estrella,
Y el pecho mío, que do quier te busca,
Présago late.
Ingratas voces que al oído llegan
Astro te dicen de mi frágil vida,
Que mustia brilla, y el sepulcro espera
Luego en su seno.
Junio 17 de 1840.
Adolfo Berro