XXII
No es cazador quien de caza
sale con su halcón al campo
y a la paloma torcaz
acosa, o a la alta garza;
ni si, preso, al ruiseñor
trae, sorprendido en su fronda,
aunque el pájaro le cante
su mejor canción cautivo;
ni cuanta volatería
pueda cobrar en el aire,
con su alforre o su neblí,
será trofeo en su mano;
ni sale al campo a volver
acariciando la imagen
de la pluma fugitiva,
perdida al hilo del Viento:
va al campo para cazar
a su propio halcón, lanzando
sin temblor la mortal flecha,
como si él fuese ese pájaro.
Ángel Crespo