EPITALAMIO
A MI QUERIDO AMIGO J. M. BANDERA
Pues que en tu cielo aún brilla
la luz de la esperanza,
Pues que en tu mundo aún vierte
la fe su resplandor,
Poeta, duerme y sueña
mientras que tu alma avanza
Por esa blanca huella
que te abre en lontananza
La encarnación bendita
del ángel de tu amor.
Embriáguete la copa
de sueños y ventura
Que acerca hasta tus labios
su mano virginal,
La misma que en tus horas
inmensas de amargura
Rasgaba de tu noche
la negra vestidura
Para encender en ella
la luz de lo inmortal.
Que lance tu arpa al aire
su acento enamorado;
Que tiemble entre sus cuerdas
tu ardiente corazón;
Tu afán está cumplido,
tu ensueño realizado:
Ya tiene una ave el nido
que estaba abandonado,
Ya vuelve al culto el templo
cerrado a la ilusión.
Del viaje que a los cielos
tu noble fe emprendiera,
Buscando lo que el mundo
jamás te pudo dar,
Ceñida de ilusiones
ha vuelto la viajera,
Trayéndote en tus brazos
la dulce compañera
Que tanto reclamaban
los ecos de tu hogar.
Piadosa de tu luto,
piadosa de tu duelo,
Tendió al oír tus quejas
sus alas hacia aquí...
¡Poeta! dale gracias
y fórmale en tu anhelo,
Un mundo donde acabe
por olvidar el cielo,
El Cielo venturoso
que abandonó por ti.
Despiértate a la aurora
dichosa de este día
En que por fin acaban
tus noches de dolor;
Y en brazos de la virgen
que tu ilusión te envía,
Elévate a ese espacio
donde alza su harmonía
La voz del infinito,
del alma y del amor.
Manuel Acuña