EPITAFIO PARA NUESTRA AMIGA HSIU HSIAN WU
Desde tu isla grande de Taipei
llegabas hasta este noroeste
de todos los olvidos
en busca de más luz,
sin saber que es aquí
donde muere la luz.
Y de tus manos blancas
Iban brotando formas prodigiosas
que en silencio ofrendabas
al silencio.
Ahora, de repente, es muy negra la luz
y tu cabeza, como la de Orfeo,
viene rodando, entre las piedras de oro
de esta ciudad que amaste,
como un turbulento fuego negro.
Regresarás un día siendo luz
que ni duele ni muere.
Esta luz que nosotros no vemos,
esta luz que tú ves
y que ya eres.
Antonio Colinas
Transcripción del manuscrito de Carlota Oteo.
Poema de la Tertulia Literaria Hispanoamericana Rafael Montesinos.