A don Gaspar de Jovellanos, cuando se le encargó el ministerio de Gracia y Justicia
A don Nicasio Cienfuegos, convidándole a gozar del campo
A España, después de la Revolución de marzo
A la paz entre España y Francia en 1795
A la Señora doña Pilar Sinués y Navarro, que había hecho unos versos a mi coronación
A LICORIS CONSOLÁNDOLA DE UNA INGRATITUD.ENDECHAS
A Luisa Todi, cuando cantó en el teatro de Madrid las dos óperas de Armida y Dido
A Meléndez, cuando la publicación de sus poesías
A un amigo que, bajo el emblema de una violeta, me escribía lisonjas y esperanzas
Ardua es la prueba, generosa amiga
Dos lustros ya de plácido sosiego
¡Gloria al grande escritor a quien fue dado
¡Nadie me escucha!... ¡Nadie!... El eco sólo
No con vana lisonja y blando acento
¿Oyes, Cintia, los plácidos acentos
Para el álbum de la señora marquesa viuda de Cerralbo
Para el álbum de la Sra. doña Gertrudis Gómez de Avellaneda
¿Qué era, decidme, la nación que un día
¿Qué se negó de la falaz Armida
¿Será que siempre la ambición sangrienta
Tú, a quien el cielo con benignos ojos
Tú pusiste una flor pura y graciosa
¡Virgen del mundo, América inocente!
Ya la corona lírica tus sienes