Esta poesía, caminante, jamás puede morir
Este eterno trasiego de presente
Las golondrinas se elevan por mi barrio
Lograré con el filo de mis versos
Me reciben en el hall de su hotelito
Miraba anoche el techo blanco de mi cuarto
Pasarás mi existencia y serás respiro de las razas
¿Por qué no nacemos ya sabidos?
Veo naves hermosas hendiendo por mis mares
Yo grito con las voces de la nada