TABARÉ
INTRODUCCIÓN
III
¿Extraña y negra noche? ¿Dónde vamos?
¿Es cielo
esto o tierra?
¿Es lo de arriba? ¿Lo de abajo? Es lo hondo,
Sin relación, ni espacio, ni barreras.
Sumersión del espíritu en lo obscuro,
Reino de las
quimeras,
En que no sabe el pensamiento humano
Si desciende, o asciende, o se despeña,
El caos de la mente que pujante
La
inspiración ordena;
Los elementos vagos y dispersos
Que amasa el genio y en la forma encierra.
Notas, palabras, llantos, alaridos.
Plegarias,
anatemas.
Formas que pasan, puntos luminosos,
Gérmenes de imposibles existencias:
Vidas absurdas en eterna busca
De cuerpos
que no se encuentran,
Días y noches en estrecho abrazo,
Que espacio y tiempo en que vivir esperan;
Líneas fosforescentes y fugaces,
Y que en los
ojos quedan
Como estrofas de un himno bosquejado,
O gérmenes de auroras o de estrellas;
Colores que se enfunden y repelen
En inquietud
eterna,
Ansias de luz, primeras vibraciones
Que no hayan ritmo, no dan lumbre, y cesan;
Tipos que hubieran sido y no fueron
Y que aún el
ser esperan,
Informes creaciones, que se mueven
Con una vida extraña e incompleta.
Proyectos, modelados por el tiempo,
De razas
intermedias;
Principios sutilísimos que oscilan
Entre la forma errante y la materia;
Voces que llaman, que interrogan siempre
Sin encontrar
respuesta;
Palabras de un idioma indefinible
Que no han hablado las humanas lenguas;
Acordes que, al brotar, rompen el arpa,
Y en los
aires revientan
Estridentes, sin ritmo, como notas
De mil puntos dispersos que se encuentran,
Y se abrazan en vano sin fundirse,
Y hasta esa
misma repulsión ingénita
Forma armonía, pero rara, absurda,
Música indescriptible, pero inmensa;
Rumor de silenciosas muchedumbres,
Tumultos que
se alejan...
Todo se agita en ronda atropellada,
En esta obscuridad que nos rodea;
Todo asalta en tropel al pensamiento,
Que en su
seno penetra
A hacer inteligente lo confuso,
A enfrentar lo que huye y se rebela;
A consagrar el ritmo y el sonido
La dulce
unión eterna,
La del color y el alma con la línea
De la palabra virgen con la idea.
Todo brota en tropel, al levantarse
La poderosa
piedra,
Como bandada de aves que chirriando
Brota del fondo de profunda cueva;
Nube con vida que, cobrando forma
Variables y
quiméricas,
Se contrae, se alarga y se revuelve
Por sí misma empujada en las tinieblas.
Allí cuajó en mí mente, obedeciendo
A una
atracción secreta
Y entre risas y llantos, y alaridos,
Se alzó la sombra de la raza muerta;
De aquella raza que pasó desnuda
Y errante por
mi tierra,
Como el eco de un ruego no escuchado
Que, camino del cielo, el viento lleva.
Juan Zorrilla de San Martín